MANIFIESTO: Los delfines no son una propiedad, su lugar es el mar

 

La relación entre las personas y los delfines se remontan a los primeros tiempos de la humanidad, habiéndonos dejado un extenso legado a través de las diferentes civilizaciones, en sus pinturas, escritos y monumentos, reflejando desde la admiración hasta la cooperación.

Los delfines y ballenas, mamíferos marinos, habitan en todos los mares y océanos así como en algunos ríos del planeta, mostrando una enorme capacidad de adaptación a los más variables ambientes marinos, dando origen a 86 especies distintas, 14 de ballenas y 72 de odontocetos (delfines y otras familias).

ANIMALES CON CONCIENCIA

En España se llegaba a considerar a los individuos de otras razas como de otras especies, no eran personas humanas, argumento que les era útil para que como cosas pudieran ser una propiedad, fue en un periodo bastante reciente en 1886 cuando se puso fin de forma definitiva a la esclavitud en España.

La Real Academia Española considera una persona a un ser que tiene poder de raciocinio, conciencia de sí mismo y que posee su propia identidad.

Los delfines, como el resto de cetáceos, disponen de características suficientes como para valorar la actual situación que padecen algunos de sus grupos y de sus miembros en relación a la caza y la cautividad.

Si hablamos de seres vivos que disponen de libre albedrío, que juegan y se gastan bromas, entregan regalos de un individuo a otro, utilizan herramientas, toman sus propias decisiones, separan el sexo de la reproducción, educan a sus descendientes, son capaces de aprender y enseñar, piensan en el futuro, que tienen conciencia de sí mismos, de su individualidad  y de su existencia, con inteligencia emocional y una excelente memoria de mínimo 20 años demostrados, disponiendo de un sistema de comunicación tan desarrollado que les permite un sofisticado lenguaje a través del que se dota cada individuo de su propio nombre (la científica Elisabeth Haukes ha diferenciado 5700 sonidos diferentes que ha agrupado en 68 tipos diferentes, relacionándolos a su vez con diferentes actividades), organizan redes sociales de familiares y amistades, disponen de fuertes lazos familiares, son conscientes de la muerte, llorando la pérdida de seres queridos y llegando a realizar lo que sería un duelo… estamos describiendo a los delfines.

Tienen capacidad de pedir ayuda si la necesitan, como darla si la consideran necesaria, habiendo dejado muchas muestras de ello a lo largo de la historia.

En la cumbre anual de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), la más importante de su tipo, en el 2012 en Vancouver (Canadá), Lori Marino, académica de neurociencia y conducta biológica de la Universidad de Emory (EE.UU.) declaró “en el cerebro de los delfines se han encontrado neuronas que en el hombre se han vinculado a las emociones, la cognición social y la capacidad de percibir lo que otros piensan”. Denise Herzig y Sterling Bunnell, entre otros científicos, comprobaron que el sistema límbico de los delfines (encargado de las emociones) ocupaban una parte mayor en su cerebro que en el de los humanos. Significa que tienen un componente emocional superior al de los humanos. Otra característica de su sistema nervioso nos ayuda a entender por qué en situaciones límite como puede ser la cautividad o en el momento de realizarse las matanzas, los delfines, que pueden llegar a cuadruplicar el peso de sus verdugos, no se defienden y atacan a los humanos. Esa característica es una elevada asociación de neuronas  del neocortex que les confieren una capacidad de autocontrol que la mayoría de humanos en su misma situación no poseen.

DERECHO ANIMAL

Hoy la sociedad está evolucionando de forma muy rápida respecto a su percepción sobre los animales en general y sobre los delfines en particular, reconociendo cada vez más el derecho que tienen a no ser maltratados ni física ni sicológicamente, su derecho a la vida, a la libertad y a su bienestar, así como a que no pueden ser propiedad de nadie debiendo mantenerse en su ambiente natural.

Derechos que cada vez más se ven reflejados en las normativas, desde las locales a las internacionales en lo que ha venido a llamarse el Derecho Animal. A distintos ritmos, ya se han producido algunas sentencias, como en el 2005 en Brasil donde organizaciones protectoras de animales presentaron un “habeas corpus” para liberar al chimpancé “Suiza”, concediéndose por sentencia judicial; así mismo sucedió en el 2014 en el caso de la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales en Argentina que interpuso un “habeas corpus” para conseguir la libertad de la orangutana “Sandra” que llevaba 20 años en cautividad. La Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal reconoció a ésta como “sujeto-no humano” pudiendo protegerse sus derechos básicos fundamentales como la libertad.

La misma normativa española que regula las actividades de los animales en cautividad Ley 31/2003 es imposible de cumplir “Alojar a los animales en condiciones que permitan la satisfacción de sus necesidades biológicas y de conservación”, lo que en una interpretación jurídica correcta impediría el funcionamiento de este tipo de instalaciones y como consecuencia evitaría que hubiesen delfines en cautividad.

EDUCACIÓN PARA MEJORAR

La Ley 31 dice que las instalaciones con animales deben mantener un “Programa de educación dirigido a la concienciación del público en lo que respecta a la conservación de la biodiversidad, y comprensivo …”, pero la realidad es que estos centros muestran una parcela de la naturaleza donde todo es un sucedáneo, el enriquecimiento ambiental brilla por su ausencia y el comportamiento de los animales está muy lejos del comportamiento que tendrían en su hábitat; la educación no deja de ser una farsa para convertirse en puro negocio.

Hay que promover una educación comprometida y transformadora, como Paulo Freire, uno de los más significativos pedagogos del siglo XX, sostenía: “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”.

La educación de niños y niñas, de la ciudadanía, ha de ser mostrando la realidad, potenciando y conservando el equilibro natural al tiempo que afrontamos los retos que nos impone el impacto de la actividad humana en el medio ambiente y fauna para poner en marcha soluciones a través de los cambios de actitud, logrando  hábitos respetuosos con la naturaleza.

EL FUTURO DEBE CONSTRUIRSE SIN CAUTIVIDAD

El reconocimiento de la situación que padecen las diferentes especies de cetáceos, tanto a nivel mundial – lugares donde son masacrados sin piedad como Feroe y Taiji- como a nivel estatal donde se mantienen en reducidos espacios inertes, es el camino para lograr en un futuro próximo que estén en el mar, donde son un eslabón imprescindible para mantener la armonía de la naturaleza y el equilibrio de los ecosistemas.

Hay que ir avanzando en la búsqueda de soluciones definitivas estableciendo una hoja de ruta que disponga del máximo consenso, analizando cada caso y adoptando la mejor opción.

El camino a seguir pasa por lograr la participación y colaboración de la ciudadanía y la administración, incluyendo al sector empresarial para:

  1. Desarrollar una Ley de Defensa de los Animales, que recoja el fin de la cautividad de los cetáceos.
  2. Mejorar ampliamente las infraestructuras con las que cuentan a nivel de enriquecimiento.
  3. Que los delfines dejen de participar en espectáculos cirquenses.
  4. Fin de la cría en cautividad.
  5. La reintroducción de ejemplares en sus lugares de origen.
  6. Santuarios marinos para aquellos delfines que no puedan reintroducirse.
  7. Poner en marcha medios virtuales como alternativas en los delfinarios, en los que se pueda disfrutar y conocer la vida de delfines y ballenas.
  8. Incluir en los programas de enseñanza obligatoria contenidos que muestren como viven los delfines de forma natural, no siendo los delfinarios una alternativa aceptable por el confinamiento a los que se les somete.

Además hay que poner en marcha programas de voluntariado, sin exclusiones, dentro de todas las iniciativas de atención a varamientos, a los diferentes niveles de veterinaria, biología y educación ambiental, donde sería la ciudadanía parte activa de las soluciones a aportar, tanto a nivel del individuo como a nivel de las poblaciones, uniendo educación y ciencia, acercando dos elementos indispensables para progresar alcanzando los diferentes objetivos reseñados.

Hoy existen en España 11 delfinarios que mantienen cautivos a unos 100 cetáceos -más de la tercera parte de los que hay en la Unión Europea-  mañana no debe haber ninguno.

Mahatma Ghandi decía que “la grandeza de una nación y su progreso moral se ven reflejados en la manera como son tratados sus animales”.